Para mí son muy importantes las referencias históricas, y más si son revolucionarias y son de ruptura, si son liberadoras. Es muy importante tener referencias, conocer nuestro pasado más inmediato, porque los políticos, los que han hecho esto que llaman democracia, su democracia, nos niegan continuamente la memoria histórica, nos la falsifican, porque evidentemente a ellos no les interesa que se sepa que había personas como en la Guerra Civil, en las colectivizaciones, cuando la misma clase obrera fue capaz de colectivizar y de hacer una revolución, o que a principios de los setenta había gente y había un proceso revolucionario en marcha que podría haber ido mucho más lejos si no hubiesen pasado muchas cosas que pasaron en la Transición, etc., etc. Entonces, para mí es muy importante recuperar esta memoria histórica que nos niegan continuamente, que nos falsifican y manipulan, precisamente porque es importante. Pero para mí la historia es una referencia, que ha de servir siempre a la reflexión del momento presente, mirando al futuro; que nos ha de servir no como algo histórico, ya pasado, sino como una herramienta crítica, vigente aún en el presente. Y eso es todavía, de alguna manera, el pensamiento del MIL, de Puig Antich, de ese movimiento que fue truncado a mediados de los años setenta, actual todavía en muchos aspectos, porque es un proyecto revolucionario que está por acabar, que está por hacer, y en cierta manera, sus aportaciones, a las que me referiré más tarde, están de actualidad, como algunos dicen, por su modernidad, o por los puntos de ruptura que tuvieron en una época muy determinada, enfrentándose al dirigismo, al leninismo, a los partidos políticos, y luchando de una manera individual y colectiva por una liberación social, por iniciar un proceso revolucionario de abajo a arriba. Dicho esto, para mí, lo más importante no es lo que yo diga aquí, que puede ser válido en cuanto hay personas que no sabrán posiblemente algunas cosas, aunque habrá otras que sí, pero para mí lo más significativo es lo que vosotros preguntéis, lo que vosotros queráis saber, criticar o hablar sobre el MIL, o sobre la realidad actual que haga referencia al MIL o a sus planteamientos, o tenga que ver con la reflexión del presente. Así que intentaré ser breve y pasaré ya a hacer una pequeña exposición de lo que fue el MIL.
Antes que nada diré una cosa. He dicho antes que haría algunas referencias a la película, y son obligadas, no porque quiera hablar de la película, sino porque la gente del MIL sale en ella como una gente aislada completamente de todo movimiento obrero, como cuatro sonados, cuatro tocados de la cabeza, cuatro payasos a veces, que van por su cuenta. Eso no es verdad, la gente del MIL va conjuntamente, de la mano, con la clase trabajadora más luchadora, más autónoma, quiero decir que se enfrenta ya a mediados de los años sesenta dentro de las Comisiones Obreras a los aparatos políticos, especialmente del Partido Comunista, que en Cataluña es el PSUC. Bien. Dicho esto, hay que hacer referencia al surgimiento de las Comisiones Obreras, que nacen en el 62-63, en Asturias. Como sabéis las Comisiones Obreras no eran lo que ahora son, un sindicato burocratizado e integrado en el sistema. No eran un sindicato, sino delegaciones. Cuando había conflictos obreros, surgían de las asambleas a través de delegados y cuando acababan los conflictos dejaban de existir. Entonces, estas Comisiones Obreras se extienden a todo el Estado, llegan a Cataluña, al País Valenciano, a Andalucía, a Madrid, a todos los sitios. Y no es hasta finales de los años 60 cuando en Cataluña, concretamente, donde nace el MIL, hay una lucha interna de los partidos por controlar estas Comisiones Obreras que tenían ya un germen autogestionario y prerrevolucionario importante, y de masas. En Cataluña hay una lucha entre el FOC (Front Obrer Catalá), socialista, y el PSUC, que era comunista; a finales de los años 60 la hegemonía, el control de las Comisiones Obreras pasa a manos del PSUC. Esto origina en el seno de la clase obrera una réplica, y aparecen una serie de revistas que se llaman «Qué hacer», «Plataformas», «Nuestra clase». Son revistas que, viniendo del campo marxista, cuestionan esa hegemonía, hablan de la autonomía; algunas son sindicalistas revolucionarias, es decir, no están de acuerdo con el control de un partido político y luchan por la autonomía de clase dentro de las Comisiones Obreras. Digo esto porque hay elementos, que después formarán el MIL, que ya están dentro de esa clase obrera que pasa al contraataque, a contrarrestar este control del PSUC y otros grupúsculos de las Comisiones Obreras. En conclusión, hay gente, a mediados de los 60, gente del MIL, que está en Comisiones Obreras y que se va radicalizando a través de las luchas; participa en luchas en el Vallés, en comisiones de barrio, en Comisiones Obreras, en esas revistas autónomas que van surgiendo, sindicalistas revolucionarias o autónomas de clase. Y bien, digo esto porque es una evolución, el MIL no se puede explicar sin el nacimiento de una clase obrera autónoma, anticapitalista y cada vez más radicalizada, que lucha por la autonomía obrera, por las asambleas, en contra del control de los partidos políticos y, esencialmente, el que tenía entonces más fuerza, el PSUC, que era el Partido Comunista. El MIL si no hubiese estado esta clase obrera autónoma no hubiera existido nunca. Porque hay algunos de sus elementos, los que dan después fuerza y contenido al MIL, que son gente que parte de ahí. Porque también hay que saber que en los años 60 el movimiento libertario fue aniquilado por la represión. Así, a mediados y finales de los años 60, tanto en las universidades como en las fábricas, lo que predominaba, lo más avanzado, era el marxismo, el leninismo o el maoísmo. La gente del MIL parte de ahí porque no había otra cosa, y se va radicalizando en las luchas, partiendo de un marxismo antiautoritario, autónomo, de consejos obreros, conjuntamente con las luchas obreras que se van dando en Barcelona y otras ciudades industriales [...]
Ricard Vargas
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