miércoles, 7 de enero de 2015

MIL-GAC. Documentos públicos 1975-1976

Coño!
Mayo 37
En el ex-MIL, no había dos tendencias, una «anarquista» y otra «marxista», mantener eso es completamente falso, lo que realmente existía era una visión global radical. Entendemos por radical, el ataque del capital en su base económica: medios de producción, mercancía, intercambios, depósitos económicos, y su expropiación y socialización en las manos de los proletarios revolucionarios. Tácticamente el uso de la violencia revolucionaria es una necesidad urgente de todo proletario que quiera manifestar su deseo de realización de su ser y al mismo tiempo su negación como proletario atrofiado por el Estado. Quien nos obliga a utilizarla es el desarrollo y acumulación del Capital. La violencia es revolucionaria cuando su utilización tiende a transformar y destruir el modo de producción capitalista y su representación mediatizada, o sea al trabajo asalariado y la mercancía. Y no se trata de ninguna manera en cambiar, incluso por la violencia, la forma de gestión del modo de producción capitalista. Son los proletarios quienes se unen y organizan para realizar y satisfacer sus necesidades concretas impuestas por la dominación del Capital en un momento dado de la historia, y son en realidad estos proletarios que unen sus individualidades para actuar será colectivamente, sea individualmente, con vistas a suprimir su alienación y opresión cotidianas, quienes deciden las formas, la manera de su práctica y su intervención; al mismo tiempo que mantienen entre ellos, después de la acción, unos contactos informales para la coordinación de las tareas con vistas a convertirlas de victoria parcial, a victoria total. La violencia revolucionaria, la huelga insurreccional revolucionaria, el sabotaje económico, los actos subversivos, el absentismo, el boicot, la propaganda y la crítica teórica radical se complementan entre sí y hacen un todo global de rechazo del Capital. La utilización separada y exclusiva de una de ellas en permanencia, en el momento actual, por parte de cualquier grupo proletario, significa su completo desfase con la lucha, o su pretensión para dirigirla como elementos exteriores al proletariado. Si en un momento dado la evolución del ex-MIL y de los GAC se planteó la cuestión de la utilización de ciertos métodos y formas de acción, que en otro momento histórico habían utilizado los anarquistas, fue porque la situación real y el proceso de lucha en España lo imponía. Esto permitió acabar y liquidar toda una serie de ilusiones que existían con relación a ciertas prácticas de lucha, y al mismo tiempo replantearse otros objetivos y formas de acción, que permitiesen formar y dinamizar un movimiento autónomo de proletarios. La utilización de estas formas de acción, no son exclusivas de los anarquistas, una expropiación de capital en un banco puede ser realizada por fascistas, marxistas o «bandidos»; o sea, que el medio puede servir a distintas ideologías. Únicamente el contenido de la acción y su utilización posterior puede determinar su carácter subversivo revolucionario, es decir, que tiende a crear un agitación que posibilite la destrucción de las relaciones sociales de producción.
A partir de ahí, querer etiquetar a unos proletarios que lo utilizan de «anarquistas», es una solución fácil que usan ciertos ideólogos y falsificadores notorios, inmersos en su pasividad consentida, y que siguen perteneciendo y defendiendo el viejo mundo del capital, del que nunca han salido a pesar de sus pretensiones. Lo que es evidente es que no puede existir la utilización y monopolio de una táctica o estrategia por una tendencia política dada. La clase obrera «idílica» no existe, y plantearse la problemática de su «liberación» no es más que un deseo de dominarla y de controlarla. Nosotros no somos «exteriores» al movimiento proletario, formamos parte de él en tanto que proletarios (individuos) privados y excluidos de los medios de producción, de información, de satisfacción de nuestras necesidades y el control de nuestra vida cotidiana.

Coño! Julio 75
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