jueves, 17 de octubre de 2019

Siglo XXI nº 51

La causa del cambio climático es el modo de producción y crecimiento capitalista, sea este neoliberal o de Estado. Ser conscientes de lo que está en juego supone enfrentarnos con una realidad en la que estamos implicadas todas, unas con más responsabilidad que otras, desde luego.

A estas alturas del siglo XXI, el grado de destrucción del equilibrio medioambiental es tan cuantioso, que hace que la catástrofe climática sea imparable, desconociendo las características concretas que la van a definir. Nosotras ni nadie puede detener ya el colapso que viene; eso hace que tengamos muchas tareas por delante que ejecutar en los próximos años.

El Estado y el Capital, mientras tanto, permanecen a la expectativa, valorando las posibilidades de negocio que la situación les puede producir. Es más que probable que actúen de dos maneras: una, socializando los costes de adaptación a la misma, maximizando beneficios; y la segunda, aplicando un ecofascismo planetario. Para el Capital, en última instancia, la crisis climática no es más que otra oportunidad de negocio.

Si el sistema de producción capitalista, en cualquiera de sus presentaciones, es el responsable último del desastre ecológico; si, igualmente, este parece imparable, y el Estado con toda probabilidad va a aplicar el ecofascismo como herramienta de equilibrio social, hay que luchar desde hoy mismo para acabar con el capitalismo y con el Estado garante de su funcionamiento. Es necesaria una revolución desde abajo, a todos los niveles, que cimiente formas alternativas de vivir, lejos de la destrucción del medio y las relaciones de dominación. Si no podemos detener el desastre al menos podemos aprovecharlo para levantar una nueva sociedad.

Generalmente, se afirma que eliminada la cusa desaparece el problema originado por la misma. En el caso de la crisis climática, acabar con el capitalismo y el Estado no va a ser suficiente para garantizar una supervivencia digna; es imprescindible prepararnos para el post-colapso medioambiental y social que está en ciernes. ¿Cómo lo hacemos? Generando estructuras de subsistencia basadas en la autosuficiencia, la solidaridad y el apoyo mutuo, siempre respetuosos con el equilibrio de los ecosistemas. Nuestra labor como anarquistas tendría que ir dirigida en varios frentes; uno directamente contra la causa del mal; otro, impulsar la concienciación de la mayor cantidad de personas posibles sobre la emergencia en la que vamos a vivir a corto plazo, así como de la necesidad de organizarse para que el post-colapso sea lo más llevadero y constructivo posible; el tercer frente iría encaminado a levantar una sociedad paralela a la actual, a imagen y semejanza de la que vendrá después cuando el sistema capitalista se vuelva poroso y se desintegre. La batalla empieza ahora.

La Federación Libertaria de Madrid apoya las movilizaciones que se van a realizar el 27 de septiembre bajo el título “Huelga Mundial por el clima”.

LUCHAR CONTRA EL CAPITAL Y EL ESTADO ES LUCHAR POR EL EQUILIBRIO ECOLÓGICO Y LA VIDA PLANETARIA.