martes, 15 de noviembre de 2016

Antropología de la Anarquía

Mi objetivo en este texto es presentar algunas ideas con respecto a la anarquía en la organización humana y considerar qué es o qué podría ser una antropología anarquista. Procederé en dos pasos: en primer lugar, examinaré las relaciones que ha habido hasta ahora entre el anarquismo y la antropología; en segundo lugar, esbozaré una hipótesis tentativa sobre las sociedades anárquicas (aquellas estudiadas por los antropólogos). Puede ser que una antropología de la anarquía sea una antropología anarquista, o que avive un proyecto anarquista, pero no estoy tan seguro de ello. Como sea, estoy convencido de que un entendimiento verdadero de las sociedades anárquicas existentes tendrá interesantes resultados en lo que concierne a nuestra comprensión de la sociabilidad humana en general.
Aclaremos algunas definiciones. Anarquía tiene dos significados: uno es “desorden” o “caos”, el otro proviene de su etimología “sin un jefe o líder”. “La condición de sociedad en la cual no hay un gobernante” (1) es la definición que uso cuando empleo la palabra “anarquía”. Cuando hablo de una organización anárquica, me refiero a una situación en la cual las reglas de conducta no son impuestas por ningún aparato de gobierno, ni siquiera por líderes, una situación con una mínima jerarquía de estatus o sin poder político. Distingo anárquico de acéfalo. Las comunidades que tengo en mente son sociedades sin Estado caracterizadas por un comportamiento igualitario carente de competición por estatus, principalmente forrajeras y horticultoras, que generalmente llevan una vida ordenada y pacífica.
En cierto sentido, no obstante, no rechazaré por completo el otro significado de la palabra, “caos” o “desorden”; demostraré que un estado de anarquía implica inmanencia, aleatoriedad, imprevisibilidad y complejidad, todos conceptos que entran incómodamente en una noción estándar de lo que es o debería ser una sociedad ordenada.
En cuanto al anarquismo, la palabra refiere a teorías sociales y a filosofías políticas sin una doctrina unificada o programa único, pero con una preocupación central, el rechazo del gobierno autoritario y de su manifestación en el Estado, junto con un principio guía conformado por el acuerdo libre. En palabras de Woodcock, es “un sistema de pensamiento social, que apunta a cambios fundamentales en la estructura de la sociedad y particularmente –y éste es el elemento común que une todas sus formas– al reemplazo del Estado autoritario por alguna forma de cooperación no gubernamental entre individuos libres” (2). Los padres fundadores del anarquismo, Godwin, Proudhon, Bakunin y Kropotkin, buscaron proponer una receta para una sociedad libre y justa, y sus sucesores propusieron muy diversas visiones sobre cómo promover una sociedad justa o cómo sería exactamente una sociedad justa. Hay variantes violentas y no violentas del anarquismo. Hay variantes individualistas, comunistas y colectivistas del anarquismo. Es mayormente de izquierda, pero hay también variantes de derecha (anarcocapitalismo). Ideas e ideales anarquistas se hallan insertos en varios tipos de comunidades intencionales de enclave (por ejemplo, los huteritas), comunidades intencionales de enclave y aisladas (por ejemplo, la Rainbow Family (3), instituciones o partidos políticos (por ejemplo, el International Anarchist Congress), movimientos sociales ya sean insurreccionales como en España en los años 1930 a 1936, o pacifistas y movimientos religiosos no necesariamente bajo la bandera del anarquismo, pero teniendo en común una inclinación antiautoritaria, un ethos igualitario y orientado hacia la comunidad. En cualquier caso, el anarquismo es una interesante combinación de nociones para un antropólogo social, especialmente para aquel que ha observado de cerca y por un largo periodo de tiempo una sociedad anárquica. No todos los antropólogos han tenido esta oportunidad.
En el siglo XIX, pensadores como Proudhon o Bakunin intentaron construir una teoría de la sociedad sin gobierno, sin Estado, basada en la libertad individual, en el mutualismo o el colectivismo, y en el federalismo. Prácticamente estaban imaginando dicha sociedad, dado que los pocos ejemplos históricos, como por ejemplo la Confederación Suiza observada por Kropotkin (4), o la comuna urbana medieval, no ofrecían suficiente base empírica para probar sus ideas. Fue en el siguiente siglo cuando los antropólogos comenzaron a investigar intensivamente algunas verdaderas “sociedades anárquicas”. Éstos proporcionaron una gran cantidad de evidencia empírica conducente a la conclusión de que una existencia colectiva estable era posible en un estado de anarquía. En un sentido, por lo tanto, la información recolectada por los antropólogos del siglo XX respaldaba las teorías de los anarquistas del siglo XIX, o al menos indicaba que dichas teorías tenían una medida de validez empírica. Birket-Smith, un etnógrafo, escribió en 1959 sobre los esquimales: “Si existe en algún lugar aquella comunidad (…) en la cual soñaba Kropotkin, será encontrada entre estas tribus pobres vecinas del Polo Norte” (5). ¿Puede entonces el anarquismo ser validado como una teoría social? O, dicho de otro modo, ¿es el anarquismo una antropología de la anarquía? [...]

Charles McDonald

Folleto
Portada folleto
Texto

No hay comentarios:

Publicar un comentario