martes, 13 de noviembre de 2018

Siglo XXI nº 40

A dónde vamos

Es otoño, en muchos aspectos, quizá en el movimiento libertario es invierno, una estación que nos mantiene congelados, aletargados; tal vez somos el reflejo de la sociedad en la que vivimos: deshumanizada, insolidaria, estéril. No es fácil sobreponerse a este desierto de sensibilidades en la que flotamos, con una deriva vital plana, sin horizontes halagüeños, con el fatalismo como bandera. 
Las fuerzas que gobiernan nuestras conciencias son poderosas, no podemos negarlo, el Estado, la Iglesia, el Capital, pilares de un forma de vida irracional que marcha inexorable hacia la destrucción de todo lo que conocemos. Fuerzas que nos dominan, que nos emponzoñan hasta el punto no solo de convertirnos en un engranaje más de la máquina productiva, sino en satisfechos esclavos sin conciencia de serlo. Así, nuestras pasiones elementales nos conducen por senderos alienantes, desnaturalizados, nuestras conductas diarias se vuelven inconscientes, incoherentes, carentes de cualquier reflexión crítica. Esta forma de estar en el mundo nos aleja de cualquier posibilidad de encontrarnos con una vida buena y justa. La lucha entre potencias antagónicas no nos empuja hacia el progreso, como decía el viejo Marx, sino hacia el ostracismo y la barbarie. Por supuesto, estas dinámicas podrían ser diferentes si asumieramos que tenemos la obligación de convertirnos en seres que reflexionan sobre cómo quieren estar en la tierra. Para ser persona y trascender la máquina tenemos que recuperar la voluntad perdida y revisar el sentido que damos a todo lo que nos rodea. De ese modo, tal vez, cambiaríamos el rumbo de la historia y el retroceso imperante podría transmutar en progreso. Esto es una hipótesis, claro. No podemos predecir el futuro, la práctica definirá lo acertado de la tesis.
Empujar a las personas que nos acompañan en nuestro viaje existencial hacia ese cambio de paradigma, es nuestro trabajo como propagandistas. Siempre, desde los principios del anarquismo, ha sido así. Nuestro objetivo prioritario ha consistido, de manera fehaciente, en despertar las mentes, abrirlas hacia la autonomía de pensamiento y a la libre elección.
La sociedad evolucionará de una manera positiva y justa en la medida en que se sumen a la lucha diaria ingentes cantidades de personas librepensadoras. Somos una minoría, eso no debe arredrarnos. El sentido de nuestro existir reside en vivir la anarquía a diario, predicando con nuestro ejemplo.
Probablemente nunca conformemos la mayoría que anhelamos, es casi seguro que tal circunstancia no la conoceremos de ser posible, mas con que a lo largo de nuestra vida individual consigamos impregnar con nuestra filosofía a una decena de personas, es suficiente, La Idea sobrevivirá a los periodos de debacle y depresión social, y mantendrá las puertas abiertas hacia nuevas formas de concebir las relaciones humanas, tanto materiales como emocionales.
Tal vez algún día, una generación de ilusionados luchadores, igualitarios, sin género, personas que han elegido como principio básico de sus desarrollo personal la libertad, darán los pasos necesarios para construir el nuevo mundo. A partir de ese germen se irán construyendo mayorías que impulsarán la formación de otras mayorías multicolores, espontáneas y plásticas, rebosantes de un amor universal imparable. La búsqueda de libertad es nuestro sostén, nuestros cimientos, que en muchas ocasiones entra en contradicción con la propia práctica. Ese afán libertario aplicado a todas las áreas de la esfera humana, no solo libera mentes alienadas sino que provoca reacciones efervescentes enriquecedoras en lo personal y en lo colectivo.
Deseo pensar que estamos en marcha, que ese es nuestro camino, nuestra utopía y nuestro quehacer cotidiano, que nada nos va a detener en este enérgico impulso revolucionario. Si una generación sucumbe a la represión o al desánimo, otra recogerá el testigo.



SUPLEMENTO Arqueología a Contracorriente

Arqueología a Corriente es una red de apoyo mutuo entre proyectos autónomos y profesionales que luchan por abrir espacio a formas alternativas de gestionar el mundo de la arqueología.
Partimos de la idea de que no existe separación alguna entre teoría y práctica, entre pensamiento y acción, de que no existe crítica sin afirmación. Y entendemos, que dicha afirmación, nace de quienes habitamos el territorio, de quienes somos herederos de un conocimiento ancestral, de quienes respetamos la voz de la tierra.
Por ello cuestionamos de raíz el mundo fragmentado por la burocracia y los intereses particulares que caracterizan cada uno de los espacios en los que hoy en día se ejerce nuestra profesión. En un mundo como el actual, cuyo acceso al conocimiento está cada vez más hegemonizado por la ideología de mercado, la arqueología puede abrir un marco de conocimiento fundamental y absolutamente útil para recuperar saberes y espacios en los que generar alternativas materiales reales. Ya basta de que el conocimiento arqueológico esté controlado por aquellos que destruyen nuestro legado material y nuestras memorias.
El trabajo arduo y complicado no nos asusta, nos hemos juntado grupos con un interés común: hacer que la gestión de nuestro pasado material esté en manos colectivas a través de un espacio de propuestas abierto y alternativo.
Arqueología a Contracorriente funciona de manera asamblearia y trabaja en los siguientes ámbitos:
· Feminismo en el mundo de la arqueología.
· Investigación, teoría y práctica del mundo de la arqueología
· Profesión y sindicalismo en el mundo de la arqueología
· Educación y socialización de los conocimientos y saberes derivados de la arqueología
Estamos abiertos a cualquier persona o colectivo interesado que se quiera acercar a conocernos y a participar en nuestra red desde cualquier ámbito relacionado con el mundo de la arqueología y el legado material.

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