viernes, 19 de julio de 2019

El pensamiento anarcofeminista de Emma Goldman

En las últimas décadas se han dedicado a Emma Goldman numerosos escritos; se trata principalmente de estudios de carácter biográfico, llenos de una profunda admiración por su apasionado activismo, su temperamento indomable, la audacia de sus empresas sobre el control de la natalidad y el amor libre, el rigor de su lucha contra el reclutamiento militar y la guerra, el enorme precio pagado por sus ideas. A partir de ese enfoque la mayor parte de los autores ha seguido el camino trazado por la misma Emma Goldman en su autobiogra­fía Viviendo mi vida (Living My Life), la heroica aventura de una mujer judía, inmigrada y anarquista que supo adherir su propia vida a sus propios ideales.
El brazo de la autoridad siempre ha interferido en mi vida. Si he continuado expresándome libremente, ha sido a pesar de todas las limitaciones y dificultades que se han cruzado en mi camino [...]. En esto no me encuentro para nada sola. El mundo ha dado a la humanidad figuras heroicas que frente a la persecución y a la injuria han vivido y han luchado por sus derechos y por el derecho del género humano a una libre e ilimitada expresión.
Ya en los años treinta Emma Goldman se había convertido en una figura mítica, un ícono, el símbolo de la fuerza anarquista.
En raras ocasiones los estudios han puesto en discusión un mito que, sin embargo, ha oscurecido durante largo tiempo la complejidad y la radicalidad del pensamiento de Emma Goldman. La activista apasionada y la rebelde han dejado en segundo plano a la pensadora. Carente de una verdadera creatividad intelectual, frecuentemente excluida tanto de los estudios generales sobre el anarquismo como de aquellos sobre feminismo, Emma ha sido descrita como una divulgadora de las teorías de los demás, en particular de Bakunin y de Kropotkin. “Ella no fue en absoluto una pensadora política y social relevante”. Este juicio, expresado en 1961 por Richard Drinnon en Rebel in Paradise, se retomó constantemente en los años sucesivos. Al perpetuar una concepción consolidada en la historia del pensamiento político que contrapone la vida emocional y el pensamiento, la mayor parte de los estudiosos ha subestimado la contribución de la anarquista rusa en el plano teórico. Por lo tanto no sorprende que hayan sido sobre todo las estudiosas feministas, con la convicción de que la experiencia existencial enriquece e ilumina el pensamiento, las primeras en considerar la filosofía política y social de Emma Goldman digna de atención. El renovado interés por sus escritos se manifestó a partir de los años setenta bajo el impulso del movimiento feminista, del levantamiento estudiantil y del movimiento contra la guerra. “En la era del ‘haz el amor, no la guerra’ –recuerda Candance Falk- mis coetáneas y yo devorábamos Viviendo mi vida, como si se hubiera escrito para nosotras”.

Bruna Bianchi



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