Entonces, como ahora, había dos tipos de organizaciones obreras. Las que deseaban cambiar el curso de la historia y las relaciones de dominación (sindicalistas revolucionarias y anarcosindicalistas), y esas otras socialdemócratas que solo pretendían reformar el modelo social existente. La historia ha colocado a cada tipo de organización en su sitio. El movimiento obrero y sus luchas, han demostrado que el sindicalismo revolucionario y anarcosindicalista, tenían razón en sus estrategias y en sus tácticas, a pesar de las derrotas. Los otros solo contribuyeron a reforzar la opresión.
En nuestro tiempo, el «1º de Mayo» es simplemente un festejo insustancial, del que están desvinculadas las clases asalariadas. La labor sindical de los últimos años ha creado una imagen del sindicalismo, reaccionaria, pactista e institucional, muy próxima a los legendarios sindicatos verticales franquistas. El sindicato es una herramienta de combate útil en los períodos históricos en los que los pueblos actúan a la defensiva. En las fases ofensivas la organización sindical forma parte de otras estructuras organizativas que van más allá de las mejoras en las condiciones de vida de los trabajadores y trabajadoras.
En los últimos cuarenta años el anarcosindicalista no ha estado a la altura de los acontecimientos históricos, siempre perdido en divisiones, subdivisiones y debates estériles que han llegado a colapsar la acción de masas, alejado de horizontes transformadores.
Este 1º de Mayo de 2017 las circunstancias no han mejorado, quizá el anarcosindicalismo está más dividido que nunca y con pocos visos de aproximación y confluencia. Qué decir del anarquismo en todas sus manifestaciones que, si bien en período de eclosión, mantiene muchos proyectos e iniciativas en marcha pero sin cohesión territorial, ni disposición a la acumulación de esfuerzos, ni a la coordinación en las luchas. Más si cabe en un Estado como el español en el que las fuerzas más reaccionarias están en el poder, con el apoyo de un aparato represivo imponente.
Estaría bien que algún día nuestros primeros de mayo volvieran a ser de lucha, de agitación y propaganda, de recuperación de la dignidad revolucionaria de unas clases asalariadas que debido a su desarme ideológico y organizativo está retrocediendo en derechos al siglo XIX.
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