1970 fue un año crucial para la lucha de clases en España. Tras una década de desarrollismo industrial, una nueva clase obrera se consolidaba y reemprendía la lucha con nuevos bríos. Los obreros eran ocho millones, el 65% de la población activa. Si bien se vivía una situación de pleno empleo y se disfrutaba de un cierto consumismo, los salarios eran bajos y el coste de la vida aumentaba religiosamente. La presión de la carestía, la congelación de los salarios decretada por el Gobierno y los hábitos de lucha adquiridos en la década precedente se sumaron para lanzar a los trabajadores al combate. Durante ese año las huelgas triplicaron en número las de 1969, desafiando al aparato represivo de la dictadura. Los obreros de las grandes empresas, situadas básicamente en Barcelona, Madrid, la margen izquierda del Nervión y la cuenca minera asturiana, cedían protagonismo al joven proletariado –al que se incorporaban mujeres– nacido en los cinturones de las dos capitales y en los polos industriales del franquismo; en el Goiherri (Guipúzcoa), Valladolid, Pamplona, Vitoria, Sevilla, Zaragoza, etc. Sorprendía la solidaridad activa que podía organizarse en torno a una huelga hasta el punto de alborotar la provincia entera, como por ejemplo, la de Orbegozo, fábrica siderúrgica de Zumárraga (Guipúzcoa), al despuntar el año. Existe algún consenso en señalar la heroica huelga de Laminación de Bandas en Frío de Echévarri, entre enero y mayo de 1967, como la primera huelga radical, o la huelga de Blansol, fábrica de un centenar de trabajadores de Palau de Plegamans (Barcelona), habida entre noviembre y diciembre de 1968, como la primera huelga conducida mediante asambleas. En efecto, el Gobierno tuvo que declarar el estado de excepción en Vizcaya para quebrar el muro de solidaridad que protegía a los huelguistas de Bandas, y en cuanto a los obreros de Blansol, aunque cercados por la guardia civil, fueron reuniéndose a la hora del bocadillo o en un pinar cercano a la salida del trabajo para tomar decisiones, formar piquetes e incluso perseguir a esquiroles y organizar sabotajes. Pero la primera huelga específicamente asamblearia, es decir, completamente al margen del sindicato vertical, donde los trabajadores impusieron a la dirección un comité de doce miembros elegidos en asamblea, fue la de Authi, en el polígono Landaben (Pamplona), en marzo de 1970. Esa táctica traducía un mayor grado de determinación entre los obreros que empezó a tener consecuencias entre los reformistas [...]
FUENTE: KLINAMEN.
Memoria anticapitalista
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