Esta fecha no es una casualidad, es un símbolo de una lucha que se inicia el día que la primera mujer se plantó ante las relaciones de dominación a que estaba sometida por el patriarcado. Es decir, hace mucho tiempo.
¿Por qué el 8 de marzo? A nivel planetario fue la ONU en 1952 quién proclamó esa fecha como Día Internacional de la Mujer. Pero como la mayoría de las celebraciones que realiza este organismo, lo hizo más bien para la galería, es decir, para lavarse la cara. La realidad es que hay muchas fechas que forman parte de la historia de la lucha de las mujeres por su liberación. Por ejemplo, se podría haber elegido una fecha relacionada con la Revolución francesa. Es en ese momento histórico donde se manifestaron abiertamente exigencias de igualdad de derechos políticos y ciudadanía para la mujer. En esos términos queda constatado en la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, redactado por Olympe de Gouges en 1791, texto inspirado en la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano que pasó a la historia el 26 de agosto de 1789. La Declaración es considerada como uno de los documentos más importantes en los inicios de la reivindicación femenina de la igualdad de derechos y su equiparación jurídica con respecto al hombre.
También se podría haber elegido el 3 de mayo de 1908, conmemorando la organización de un acto político en el teatro Garrick de Chicago bajo el slogan Día de la Mujer, en el que hablaron importantes mujeres socialistas como Gertrude Breslay-Hunt y Corinne Brown. Otra fecha interesante sería el 28 de febrero de 1909, ese día se celebró por primera vez en Nueva York el Día Nacional de la Mujer, organizado por las Mujeres Socialistas, rememorando una huelga textil de mujeres que se produjo un año antes, durante la cual cerca de quince mil trabajadoras se manifestaron en Nueva York, con las reivindicaciones de reducción de la jornada laboral, mejoras salariales y el derecho de sufragio. También en 1909 hubo otra huelga memorable de mujeres a la que la prensa tituló como la huelga de las camiseras que movilizó a veinte mil trabajadoras.
Durante la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada en Copenhague en 1910 ya se proclamó el 8 de marzo como el Día Internacional de la mujer, a propuesta de la socialista Clara Zetkin.
Otra fecha para la historia de la lucha de la mujer fue el 25 de marzo de 1911, día en el que aconteció el incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York en el que murieron ciento veintitrés mujeres y veintitrés hombres. Cuando la fábrica comenzó a arder el personal que se encontraba en el interior de la misma no pudo abandonarla porque las puertas que daban al exterior estaban cerradas, según justificó después a dirección de la empresa, para evitar los robos de prendas de ropa, algo que era bastante habitual.
En vísperas de la Primera Guerra Mundial colectivos de mujeres de Rusia celebraron su primer Día Internacional de la Mujer el último domingo de febrero de 1913. Un año después, en 1914, en Alemania, Rusia y Suecia se celebró también el día 8 de marzo.
Un hito en la lucha de las mujeres trabajadoras aconteció en Rusia durante la Primera Guerra Mundial el 3 de marzo de 1917, fecha en la que la factoría Putilov cerró sus puertas, lo que llevó a la desocupación y al hambre a cerca de treinta mil trabajadores, hombres y mujeres. Pues bien, cinco días después, el 8 de marzo se produjo una gran agitación en Petrogrado en la que participaron miles de mujeres con mítines y manifestaciones espontáneas de tal envergadura que condujeron al fin de la dinastía zarista, a la salida de la guerra de Rusia y a la Revolución rusa, más conocida como Bolchevique.
En resumen, tenemos una fecha reconocida internacionalmente y otras muchas que podrían haberlo sido. Todas las fechas son importantes, la del 8 de marzo también lo es, pero lo más trascendental no es una fecha concreta sino la voluntad férrea de modificar el estado de las cosas, de combatir al patriarcado y a las relaciones de dominación, vengan de donde vengan, en todos los ámbitos de la vida cotidiana, desde nuestras casas, el vecindario, nuestras amistades, nuestros trabajos, los medios de comunicación o las instituciones.
Apelando a la consigna “La libertad no se pide, se conquista”, diré que la lucha es diaria, depende de nosotras, nadie nos va a liberar, será nuestra determinación y capacidad de organización la que marque el presente y el futuro de la mujer en el mundo.
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