En el espectáculo nacional primero entró en escena la continuación de la Operación Pandora en Catalunya, que el Gobierno decidió mantener con sus estrafalarias acusaciones y desmedida movilización de fuerzas. No nos sorprendimos, desde luego, pero sí nos interrogamos para qué tanto esfuerzo, ¿quizá por las elecciones?, ¿para hacer méritos ante el electorado reaccionario?; ¿tal vez para cumplir intereses ocultos que se nos escapan? El saldo represivo ha sido de nueve detenidos; en total ya van 63 personas encausadas en lo que va de los distintos capítulos de esta fantasmagórica operación, emitidos por el Ministerio del Interior. Uno de los últimos detenidos, que fue ingresado en la cárcel y posteriormente puesto en libertad, es abogado de CNT y suele defender a los represaliados del ámbito libertario.
Pero los sobresaltos provenientes del Ministerio del Interior no terminaron ahí, el cinco de noviembre fueron arrestados, esta vez en Madrid, cinco miembros de un colectivo libertario denominado Straight Edge. El comunicado oficial decía cosas como estas: «Agentes de la Brigada de Información de la Policía Nacional de Madrid han detenido a cinco personas, integrantes del grupo anarquista Straight Edge, a las que acusan de los delitos de pertenencia a organización criminal con fines terroristas, daños y apología del terrorismo. En los registros domiciliarios se han encontrado material para la fabricación de artefactos explosivos, diversas cantidades de pólvora y manuales para la elaboración de bombas caseras». Aunque alguno de ellos entró en prisión, a la hora de cerrar esta edición, la información que tenemos es que todos los detenidos han sido puestos en libertad con diversos cargos. ¿Qué es el colectivo Straigh Edge? Así se definen ellos mismos: «Somos un colectivo libre de drogas, antiespecista, antifascista y libertario, con conciencia de clase bien definida. Con convicción y compromiso, buscamos cambiar esta mediocre realidad. Sabemos que no está solo en nuestras manos sino en la de todas poder conseguir este desafío. No nos someteremos bajo ninguna forma de opresión como lo hicieron muchas y muchos a lo largo de esta historia, pero la lucha se da cotidianamente, no como un pasatiempo sino como la única vía de cambio. Frente a ello nos enfrentamos al sistema con firmeza sin agachar la cabeza. No seremos parte de los mecanismos de lucha que el sistema otorga ni nos sometemos ante su maquinaria de represión. Estamos en guerra contra el Estado y el Capital, pero la guerra no solo está en la calle sino contra lo que del sistema hemos interiorizado. Decimos: ¡Basta! Dejamos de tragar rabia y gritamos rebeldía. No esperamos que nadie solucione los problemas por nosotras, tomamos las riendas de nuestra propia vida […]». Todos los miembros de este colectivo tienen entre 19 y 25 años.
Antes nos preguntábamos para qué estos montajes policiales. Aunque no tenemos una respuesta precisa, nos imaginamos que el Estado los necesita para mantener distraída a una población desinformada y poco crítica, para criminalizar las luchas que se salen de los márgenes institucionales, y preparar, de paso, el terreno para posteriores olas de represión de mayor envergadura, que vendrán sin lugar a duda. De paso aplastan el más mínimo rescoldo revolucionario que pueda existir entre los jóvenes más combativos. [...]
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