La suposición general es que hay una conexión negativa lógica, porque la autoridad divina y humana se reflejan la una a la otra; y psicológica, porque el rechazo a la autoridad humana y divina, de la ortodoxia política y religiosa, se reflejan la una a la otra. De este modo, la Encyclopedie Anarchiste francesa (1932) incluye un artículo sobre el Ateísmo de Gustave Brocher: «Un anarquista, que quiere a ningún amo todopoderoso sobre la tierra, ningún gobierno autoritario, debe necesariamente rechazar la idea de un poder omnipotente al cual todo debe estar sujeto; si es consistente, debe declararse ateo.» Y el número centenario del periódico anarquista británico Freedom (Octubre de 1986) contiene un artículo de Barbara Smoker (presidente de la National Secular Society) titulado, «Anarquismo implica Ateísmo». A decir verdad, históricamente, la conexión negativa ha sido ciertamente la norma que los anarquistas sean en general no-religiosos y con frecuencia anti-religiosos, y el lema estándar anarquista es la frase acuñada por el socialista (no-anarquista) Auguste Blanqui en 1880: «¡Ni dieu ni matre!» (¡Ni Dios ni amo!). Pero la respuesta completa no es tan simple. [...]
Nicolas Walter
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